Imagen: Natasha Ygel.
Nació y creció en un mundo artístico. Madre, padre y padrastro. Ganó un Martín Fierro a sus 23 años. Su última película fue “Voley” de Martín Piroyansky. Su voz es inconfundible y su talento innato. Violeta Urtizberea se animó al ping pong con Distrito Arte y soltó varias risas.
¿Tenés alguna obra en tu casa?
Sí, tres pinturas de Mariana Espeche, una serigrafía de Vicente Grondona y un dibujo de Sandro Boghini.
¿Tenés un artista plástico en tu familia? ¿Algo que te haya enseñado?
No exactamente, pero mi padrastro, el marido de mi vieja, hizo la escuela de Bellas Artes y cuando salía con mamá, daba clase de pintura en mi casa. Ahí pintábamos mucho y estaba bueno. Yo soy bastante desastre con las manos y había algo con él que me hacía relacionarme con el dibujo desde un lugar muy libre. Por ejemplo, dibujar un lobo marino sin referencia, como yo lo imaginaba, y era en ese momento cuando surgía la identidad: ningún lobo marino iba a ser como el mío (risas).
¿La última muestra que fuiste a ver o la que más te impactó?
Fui hace una semana en Río de Janeiro al Museo al Arte Moderno. No sé de qué era exactamente, pero me encantó. Me gusta más que nada el arte contemporáneo, me divierte más que lo clásico. Las intervenciones, donde vos sos parte de eso que construyeron, me encantan.
Si te digo arte plástico y actuación, me decís…
Escenografía. Sobre todo en el teatro. Es ahí donde los une a los dos en un mismo punto. Cuando el arte es mas perfomático prácticamente son uno. Pero en lo personal, la comunicación que yo tengo como actriz con el arte plástico, es con la escenografía.
¿Cuál es tu arte?
Interpretativo: el arte de ponerme en el lugar del otro. Me interesa mucho la vida de los demás, aunque mucha gente puede pensar que soy chusma, pero no es así. En definitiva, tengo una fascinación por observar a la gente y curiosidad por el otro. Eso tiene que ver con la actuación, porque me tengo que poner en la piel del personaje, su modo de hablar y de vivir. De eso se trata actuar.
¿Qué te llevó a actuar?
No sabría decirte, fue inevitable. Mi mamá ya era actriz cuando yo era chica, mi padrastro también lo era. Además mi viejo empezó a actuar cuando yo era chica, él era músico. Después pasó algo, medio inevitable: no podía dejar de hacerlo y me hacía muy feliz. Se me presentó como una certeza total, no tuve que elegirlo, se impuso. En definitiva fue mi manera de comunicarme.
Textos. Magdalena Ehul Ayerza.