El 26 de abril de 1937, durante la Guerra Civil Española, la ciudad vasca de Guernica fue bombardeada por aviones alemanes. Aunque jamás se supo el número exacto de víctimas, el estudio más reciente calcula 160.
Ese mismo año, Pablo Picasso plasmó la tragedia en un lienzo de de 3,50 metros de alto por 7,80 de largo. Tenía una concepción de la pintura como una arma, denuncia aquí la absurdidad de la guerra y la muerte de inocentes.
En su libro, la escritora francesa Claire D’ Harcourt amplía y explica detalles del cuadro cargado de simbolismo. El primero: está pintado únicamente con blanco, negro y grises.
Además, hay otros nueve símbolos. La madre con su hijo muerto, mirando al cielo y gritando de dolor, con ojos en forma de lágrimas y lengua afilada. El modelo iconográfico de esta figura es, según algunos, la representación de la Virgen María sosteniendo a Jesús. Otros creen que simbolizan a la ciudad de Madrid, sitiada por las tropas de Franco. Para otros, se trata de la República huyendo de Madrid hacia fuera del lienzo y se dirige al toro, un autorretrato de Picasso, pidiendo ayuda.
La paloma representa la paz rota. La bombilla una bomba. El caballo son las víctimas inocentes de la guerra. La mujer arrodillada está gravemente herida en la pierna. La mujer del quinqué tiene la mirada perdida y es una alegoría de la República. La casa en llamas es una alusión a la arquitectura, una de las Artes, destruida. El hombre implorando pide al cielo que paren las guerras. La flecha oblicua es la elevación del alma de los fallecidos.
Por último, la mujer con brazos al cielo, uno de los más fuertes mensajes: el horror de la guerra moderna.
Según otras versiones, Picasso incluyó también en el cuadro a tres mujeres de su vida: su inspiración, su amante y su esposa. Si viajás a Madrid, podés ver el cuadro en el Museo Reina Sofía.